DEBER (caso)

Gestión del Talento Humano

Caso Agencia de Comunicación


Nivel de dificultad: Medio:

Carlos recién había cumplido 28 años de edad y ya fue nombrado jefe de la cuenta de Chevrolet en Carl Ernest Consultores, una de las tres principales agencias de relaciones públicas de su país.

Llevaba 6 meses en la agencia. Antes había trabajado en Rivas&Martínez, donde fue asistente junior de cuentas corporativas.

Su dedicación y tenacidad en el trabajo eran admirables. Sus múltiples contactos en medios de comunicación y buena relación con su jefa, María Emilia Palacios, lo colocaron pronto como un firme aspirante un aumento salarial del 35%; aunque, a veces, su trato autoritario con el personal a su cargo frenaba esta decisión.

Carlos pronto entendió que su mal carácter detendría cualquier ascenso, por lo que decidió con ayuda de su jefe dar un giro completo a su actitud. Entonces, el personal empezó a aceptarlo y a entablar una buena relación de trabajo. Desde ese momento, su labor fue inmejorable, le aportaba mucho económicamente a la compañía y su entrega era total.

Entre el personal de la empresa se encontraba Fabiola Gaona, una atractiva Secretaria Ejecutiva de 24 años, quien laboraba en la gerencia de finanzas. Ella llevaba dos años en el medio en la empresa; se había casado muy joven y no tenía hijos.

Desde su llegada a Carl Ernest Consultores, Carlos y Fabiola habían iniciado una amistad casual, pero, al poco tiempo, se percibió un mayor acercamiento en el día a día. Se les veía conversando de temas de trabajo casi a diario; pero luego iban a almorzar juntos y a la tienda. Parecía que su exitosa carrera y carencia de compromisos sentimentales atraía mucho a Fabiola.

La amistad aumentaba cada vez más. Era frecuente verlos juntos en el bar de la agencia, en el auto de uno de los dos, en el corredor para fumadores, etc. Situaciones que generaron comentarios y malestar entre el personal, que no dudó en afirmar que existía una relación de mucho más que amigos o compañeros y que la agencia avalaba eso.

La evidente cercanía de pareja obligó a María Emilia Palacios a intervenir y hacerle un llamado de atención para evitar que los comentarios y chismes lleguen a oídos del gerente de la empresa, un hombre demasiado conservador y cuidadoso del buen ambiente de trabajo en un marco de ética y moral.

Pero la situación no cambió y se desbordó. Un día, el esposo de Fabiola llamó al Departamento de Recursos Humanos diciendo que la permanencia de su esposa en la agencia afectaba su matrimonio; era como si sospechaba algo y dijo que creía saber el foco del problema.

Tanto Carlos como Fabiola eran sobresalientes en el trabajo. Carlos se había convertido en la mano derecha de María Emilia, y en su ausencia, él tomaba las decisiones sobre todo en el manejo de las campañas y proyectos su cargo. Fabiola, mientras tanto, era la secretaria de confianza de la gerencia financiera.

Al final, la situación llegó a oídos del gerente, Gustavo Proaño, y el personal de la agencia parecía comentar con más fuerza la relación de Carlos y Fabiola. Incluso había empleados que aseguraban haber visto a la pareja fuera de la empresa en situaciones comprometedoras y, como todos laboraban en una empresa pequeña, los rumores eran intensos.

Gustavo Proaño llamó a María Emilia y la gerente de Recursos Humanos para informarse mejor del tema; ahí se enteró del llamado de atención realizado por Palacios y de la comunicación del esposo de Fabiola con Recursos Humanos.

Una vez que tuvo más datos meditó profundamente el próximo paso a dar, ya que la situación se le iba de las manos y no deseaba afectar la operación de la agencia…

FIN